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Argentina, el peor de los mundos posibles

teatro en mal estado

Introducción

A la pregunta: “Argentina, ¿es un país capitalista o socialista?” en la mas estricta actualidad se puede responder con una frase contundente: “vivimos actualmente en el peor de los mundos posibles”. A las costumbres políticas foráneas les agregamos extravagancias nacionales, populares y no tan populares.

¿A qué me refiero? A la extraña mezcla de capitalismo y socialismo que tenemos en nuestro país. No tomamos lo mejor de cada sistema económico para crear una alternativa superadora sino que combinamos lo peor de cada uno para evitar cualquier superación, para prolongar un sistema económico-político que todavía admite privilegios y (casi) servidumbre como en las monarquías del antiguo régimen pero ahora respaldado con la legitimidad democrática de los modernos sistemas republicanos.

Los privilegiados y sus objetivos

Ante un observador extranjero que proteste por la inverosímil situación cualquier privilegiado argentino podría argumentar: “señor extranjero, aquí vivimos en democracia, tenemos estado de derecho, república, vivimos en libertad, creemos en la autodeterminación de los pueblos, su queja está fuera de lugar” y probablemente el extranjero no tenga mucho más que hacer que dejarse llevar por los dictámenes de los organismos internacionales sobre nuestro sistema político-económico.

Pero los ciudadanos que vivimos en Argentina tenemos una experiencia que puede cuestionar la afirmación de nuestro compatriota.

¿Quien aqui en Argentina no conoce a alguien que fue incorporado a las filas del estado o de alguna empresa privada no en base a su mérito y habilidades sino en base a sus ligazones con los privilegiados dentro del estado o de la empresa privada?

¿Quien no conoce a alguien que accedió a un contrato con el estado o empresa privada no en base a las cualidades del producto o servicio que ofrece sino en base a la magnitud de la comisión que tuvo que pagar a los privilegiados dentro del estado o la empresa privada?

¿Quien no conoce a alguien que debe su posición en el estado o empresa privada no a su trayectoria profesional y su ecuanimidad en el trato hacia sus compañeros de trabajo sino a la devoción y compromiso que muestra con los interés de los privilegiados dentro del estado o la empresa privada?

Y esas simples referencias se repiten incontables veces a lo largo y ancho de la Argentina con todo tipo de cosas o situaciones: acceso a atención, información, vacunas, medicamentos, recomendaciones, favores, entradas, licencias, autorizaciones, cualquier cosa es moneda de cambio y motivo de recaudación para los privilegiados.

Los privilegiados y sus formas…

Los privilegiados no son solamente voraces recolectores de dinero y poder, también debemos a ellos las innovaciones políticas-económicas de las que podemos alardear internacionalmente.

¿En qué país del mundo el socialismo y el capitalismo se combinan como en el nuestro para dejar en una posición privilegiada e incólume a una elite variopinta y ecléctica como la nuestra, donde empresarios, funcionarios estatales y sindicalistas se confunden y se funden entre todos para formar una capa abigarrada de distintas extracciones sociales pero con una misma convicción: defender sus privilegios contra la muchedumbre? Yo creo que en ninguno.

Y digo “se confunden” porque empresarios, funcionarios estatales y sindicalistas cambian de rol según los intereses que les toque defender en la ocasión particular en que son llamados a intervenir.

Si la ocasión los llama a negociar los salarios como representantes de la patronal los sindicalistas y funcionarios estatales (o sus testaferros) cambian de rol y pasan a ser los más racionales empresarios, si la ocasión los llama a negociar un contrato con el estado los empresarios y sindicalistas (o sus testaferros) cambian de rol y pasan a ser los más generosos funcionarios públicos, si la ocasión los llama a luchar en contra de una reforma laboral los empresarios y funcionarios públicos cambian de rol y pasan a ser los más combativos sindicalistas.

…una obra escasa de actores

Esta camaleónica habilidad le permite a nuestros privilegiados aparecer en diversos partidos políticos y organizaciones públicas simultáneamente como los defensores de los pobres y de la clase media, como defensores de los trabajadores y de los empleadores, les permite aparecer como los más férreos defensores de la democracia y los más convencidos defensores de la república.

Esta habilidad les permite también simular discusiones entre ellos y extremar sus posiciones ficticias cuando la única discusión que debería darse en extremo es en contra de su simulación.

Como una obra escasa de actores, nuestros privilegiados interpretan distintos papeles en el escenario pero cuando las luces se apagan se deshacen de los papeles que les tocó interpretar para disfrutar de lo que realmente los une: sus comodidades.

Algunos de ellos están tan compenetrados en el papel que hasta creen ser realmente el personaje humilde y defensor de los pobres que interpretan y creen que las comodidades de las que disfrutan fuera del escenario son solo consecuencias de la buena actuación en su papel.

Estado de naturaleza para todos

Nuestros privilegiados han colocado a la Argentina en un lugar destacado a nivel internacional, ninguna otra nación puede jactarse como nosotros de haber combinado lo peor del capitalismo con lo peor del socialismo para dar lugar a un sistema ambiguo en sus características pero concreto en la defensa de los privilegios.

Los privilegiados han sabido combinar la concentración de la riqueza y la propiedad privada de los medios de producción de los sistemas capitalistas con la existencia de una elite estatal-sindical-patronal parasitaria y burocrática característica de los sistemas socialistas.

Y han combinado estas características de manera tal que pueden defender sus privilegios ilegítimos en el marco de un estado de derecho que les otorga el monopolio legítimo de la violencia y dejan a la muchedumbre un estado de derecho ficticio, más parecido a un estado de naturaleza que a un estado de derecho, donde cada uno tiene acceso a derechos y garantías constitucionales en la medida en que tenga la fuerza suficiente para imponerse sobre el derecho del otro.

Un ejemplo de lo anterior

¿Quieren un ejemplo paradigmático de esto? En Argentina en las épocas estivales la suba del consumo eléctrico hace colapsar el suministro eléctrico y grandes sectores de la región metropolitana de Buenos Aires quedan sin luz. Esta situación produce protestas de personas frente a las oficinas de las empresas distribuidoras de energía eléctrica que aquí en Argentina son empresas privadas.

En este contexto las fuerzas del orden intentan en los alrededores de las oficinas que la situación no se desbande y lo hacen amedrentando a los protestantes. Todo este mar de fondo que se repite año a año predispone de mala manera a cualquiera que sepa que tiene que lidiar con trámites en la empresa distribuidora de energía eléctrica para intentar recuperar algo de lo perdido gracias al corte de luz.

Lo más inverosímil de todo es que la empresa distribuidora tiene la política de ser intransigente frente a los reclamos y de conceder lo menos posible a los usuarios cautivos, usuarios casi esclavos sin opción o empresa distribuidora alternativa a la que cambiarse, usuario casi esclavo que por el solo hecho de tener o alquilar una propiedad en la región metropolitana de Buenos Aires y si quiere en ella tener electricidad debe si o si someterse a los vejámenes de la empresa distribuidora.

De este modo, en sus oficinas de atención al cliente los empleados de la empresa distribuidora de energía eléctrica buscan deliberadamente que uno pierda la paciencia porque si uno pierde la paciencia, y aquí está lo más interesante, será una fuerza del orden estatal (policía, gendarmería, etc.), no llamada a posteriori de una situación surgida espontáneamente sino de antemano ya parapetada allí en las oficinas, a la espera y en complicidad con la empresa distribuidora de electricidad, repito será esta fuerza del orden estatal la que terminará restableciendo el orden y poniendo en su lugar al usuario-esclavo.

Innovaciones para no innovar

Vemos aquí en este ejemplo todo lo dicho más arriba, una elite empresaria-estatal-sindical usando medios burocráticos para administrar a una muchedumbre esclava sin opciones alternativas en un marco moderno de propiedad privada que garantiza la expoliación económica de la muchedumbre esclava y que utiliza el monopolio estatal de la violencia física para amedrentar a cualquiera que se oponga a las arbitrariedades de los interés de esta elite que en este caso se presenta como propietaria de una empresa privada encargada del suministro eléctrico.

Sobra decir que si investigamos el directorio de esta empresa privada encontraremos pasados, actuales o futuros funcionarios estatales y sindicalistas (o sus testaferros) asociados con empresarios “genuinos”.

En vez de combinar las oportunidades de ascenso social a partir del esfuerzo y las libertades de los sistemas capitalistas con el reconocimiento de la igualdad intrínseca entre los seres humanos típica de los sistemas socialistas, nuestros privilegiados se han superado en su inventiva para no ser superados.

En vez de combinar el ascenso social con la igualación de condiciones de partida nuestros privilegiados han igualado hacia la baja las condiciones de partida para que no haya ningún ascenso social.

Críticas a nuestra interpretación

A esta interpretación de los hechos se le pueden hacer dos críticas. Nuestros actores tienen asistentes en su obra, estos asistentes son en el fondo fanáticos aspirantes a actores, elaboran interpretaciones para dejar bien parados a sus asistidos en este sin sentido vergonzoso que es la política argentina actual. De ellos se puede escuchar razonamientos del estilo “esa posición es anti-política” o “esa posición esta en contra de la democracia”.

A la primera objeción se puede responder: si la política es consensos entre distintas posiciones ¿cuáles son las posiciones que consensuan que no se puede caminar de noche tranquilo por algunas calles del conurbano bonaerense?

Y si existieran posiciones que consensuan que no se puede caminar tranquilo de noche por algunas calles del conurbano bonaerense, ¿se las puede considerar legítimas esas posiciones? ¿O tenemos nosotros los ciudadanos en nombre de la búsqueda de la grandeza de la Nación Argentina la obligación de rebelarnos ante semejante consenso, sea éste explícito o tácito, fruto de acciones o fruto de inacciones?

A la segunda objeción se puede responder: si la democracia es el gobierno de la mayoría, ¿qué mayoría puede validar o legitimar un incremento tan obsceno de la pobreza desde 1983 hasta este momento? ¿O serían los resultados de 40 años de democracia representativa liberal ya de por sí suficientes para invalidar cualquier argumento a favor de este nivel y tipo de democracia?

¿Qué es lo peor que puede pasar?

No se deje engañar usted audiencia por estos sofismas, la democracia y república que ponen en escena nuestros privilegiados son una ficción.

Pero las cosas han ido ya demasiado lejos, lo único que se puede desear para la muchedumbre harapienta que presencia la obra es que no se deje encandilar por las luces del escenario, que sea incrédula respecto a la ficción que le toca presenciar.

A los actores les gusta repetir que cuando la obra termina se termina la velada y se acerca la hora de entrada al trabajo, pero la noche aun es joven, el escenario se puede desmontar, los actores pueden ser licenciados de por vida y en el espacio que ocupaba el escenario se puede hacer lo que ustedes genuinamente decidan. Después de todo, ¿qué es lo peor que puede pasar?

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